Bienvenidos y bienvenidas a la selección de recetas con pan rallado, ese amigo que le aporta crocancia y sabor a un montón de platos. Aquí van a encontrar datos sobre cómo se usa, hasta con qué se lleva mejor, pasando por ideas para darle nueva vida a ese pancito duro que quedó de hace unos días.
Porque seamos sinceros: el pan rallado no es sólo para empanar las milanesas. Esconde muchos talentos y acá les vamos a contar cómo sacarle el jugo… o mejor dicho, el crujido.
Las recetas con pan rallado son como ese amigo que siempre está: callado, humilde, pero infalible. Sirve para unir, para dar textura, para absorber sabores y, sobre todo, para dar ese toque dorado que nos hace suspirar al primer bocado.
Hay muchas comidas con pan rallado que van más allá del clásico empanado. Estamos hablando de croquetas, pastel de papas con costrita crocante, hamburguesas caseras que se mantienen firmes… e incluso rellenos que necesitan una mano para no desparramarse por toda la fuente.
A la hora de pensar en cómo cocinar con pan rallado, hay que imaginarlo como una esponja con actitud. Absorbe líquidos, da forma y textura, y permite cocinar platos que necesitan estructura o crocancia. En albóndigas o budines salados, es el que evita que todo se desarme antes de llegar al horno.
Un truco: Si se lo tuesta apenas en una sartén con un chorrito de aceite y algún condimento, el sabor se potencia. No hay vuelta atrás después de probar esto en una pasta gratinada o como topping para sopas cremosas. Otro tip: mezclado con ajo, perejil y ralladura de limón, se convierte en una cobertura gourmet para pescados.
Cuando la pregunta es qué cocinar con pan rallado, la respuesta es: casi todo. Desde entradas hasta platos principales, el pan rallado se adapta a mil formas. Unas buenas croquetas de arroz o de espinaca se sostienen gracias a él.
Ni hablar de las clásicas milanesas, son su terreno favorito. Y si hablamos de platos vegetarianos, está en todas: bocaditos de garbanzos, hamburguesas de lentejas, y hasta berenjenas al horno con cubierta crocante. Incluso en sopas: un poquito de pan rallado tostado con ajo por arriba y ¡chau aburrimiento!
El secreto para preparar buenos platos con pan rallado está en saber con qué combinarlo. Va de maravilla con hierbas frescas (romero, orégano, tomillo), quesos duros rallados, frutos secos picados y especias como pimentón o curry.
Además, combina muy bien con huevo, leche o caldo si se lo usa como base para rellenos. En recetas al horno, ayuda a formar esa capa superior crocante y tentadora. ¿Pastel de papas? Espolvoreen pan rallado con un toque de manteca por encima antes del horno y después hablamos.
No hace falta correr al súper si se quedaron sin pan rallado. Basta con agarrar ese pan que quedó abandonado en la panera, dejarlo secar del todo (o meterlo al horno bajito) y luego procesarlo. También se puede rallar con el rallador común, si tienen ganas de ejercitar un poco el brazo.
Si quieren subirle el nivel, pueden mezclarlo con semillas, condimentos o hasta un toque de queso rallado. Y ya que están, guarden un frasco para la próxima. Dura muchísimo y siempre salva.
En el blog hay muchísimas ideas para inspirarse. Algunas joyitas: