Aquí, la gemela maldita de la mantequilla de maní. Una pastita italianísima, suave como la miel pero con ese dejo salado al final que la hace tan tan adictiva.
Si bien recetas con pistachos hay miles, las recetas en las que el pistacho es casi el único protagonista, no son tantas. Esta mantequilla de pistacho (en idioma de doblaje se pronuncia “mantequiia”) vale la pena.
Por un lado, lo dicho: ¡es adictiva! La cantidad que hagas, te la vas a terminar ese día. Vas a ver. Aunque si quieres conservarla bastará con ponerla en un frasco bien cerrado en la heladera, durará mínimo una semana. Si necesitás que dure más, esterilizár el frasco y asegurate de que tenga una pequeña película de aceite de oliva por encima.
Por otro, este pistacho es muy saludable. Amén de la sal, que es solo una pizca, la mantequilla de pistacho tendrá todas las propiedades de los pistachos, las almendras, el aceite de oliva y la miel. Los pistachos son ricos en hierro y potasio, aportan vitaminas del grupo B y son fuente de proteínas y grasas saludables. Un amor, los pistachos.
Por último, la manteca de pistachos es versátil, puede comerse tanto en desayunos como en meriendas saladas o formar parte de sandwiches. Aquí algunas ideas:
– Simplemente untada en pan, para desayuno, merienda o picoteo saludable.
– Como parte de un sandwich, por ejemplo, de lomito o de panceta, quedaría genial.
– Como aderezo de alguna ensalada: agregar al aderezo de aceite y vinagre una cucharadita de mantequilla de pistacho y batir enérgicamente. Quedará bien con hojas amargas, como la rúcula o la radicheta.
1. Colocar los pistachos y las almendras en una sartén vacía al fuego. Mantener unos minutos hasta que comiencen a dorarse y a largar su aroma.
2. Una vez que los pistachos y las almendras estén tibios, colocar en el vaso de la minipimmer. Triturar por completo.
3. Agregar a los frutos secos triturados el aceite, la miel y la pizca de sal. Volver a triturar hasta unir bien y que quede una pasta. ¡Listo! ya tenés tu manteca de pistachos.
