– Paulina, compré grelos, un paquete enorme, ¿me enseñás a limpiarlos?
– Claro que sí Roberto, poné atención:
Para limpiar los grilos lo mejor es separar los tallos más gruesos. O sea, los de abajo de todo y un poquito más. Eso es porque es demasiado amargo. Te quedarán las hojas del grilo y los tallitos que las sostienen. Una vez que tengas esto separado, los sumergís en agua tibia por un rato. Podés ponerles un chorrito de vinagre si querés desinfectar. Cuando los saques de ahí van directo a la receta que hagas.
– Y la flor, ¿se come la flor del grelo?
– Sí Roberto, se come, es riquísima. La flor está pegada al tallo principal (grueso, la parte que descartamos), así que la arrancás y la agregás a las hojas y sus tallitos.
– ¡Gracias Paulina! Ahora sé cómo limpiar grelos. Decime Paulina, ¿te gusta la palabra grilos?
– Me encanta la palabra grilos, Roberto. Tiene un sonido fantástico. La uso porque así les decía mi nonna y suena mucho mejor que grelos, que suena a grela, que es mugre.
– Bueno, chau Paulina.
-Adiós, Roberto.
Si querés recetas con grelos, podés revisar esta Ensalada de grelos y polvo de panceta.
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Mi nonna también le dice grilo! Ella (y yo, por consiguiente) los hace con pasta. Freís un ajo con bastante aceite de oliva (sin que se queme, es para que el aceite tenga gusto), le echás un montonazo de pimentón y revolvés rápido (si no se quema). Aparte hervís los fideos y en la misma agua el grilo. Colás eso y lo mandás al aceite... muuuuucho queso rallado va como piña.