A continuación: el mundo de las recetas con provolone! Porque si hay algo que enamora en la cocina (además del olor a pan casero recién hecho) es el queso. Y dentro de ese club selecto de quesos que se derriten y nos hacen suspirar, el provolone tiene un lugar de honor.
En este recorrido, vamos a descubrir ideas para quienes se preguntan qué cocinar con provolone, cómo cocinar provolone y, por supuesto, con qué combinar provolone para que sus platos salgan con sabor a gloria. ¡Adelante!
Lo maravilloso de las recetas con provolone es que no hace falta ser chef estrella ni tener utensilios de otro planeta.
El provolone es de esos quesos que ya hacen el 80 % del trabajo. Lo ponemos al fuego, y él solito empieza a derretirse, a dorarse en los bordes, a largar ese aroma que hace que los vecinos se asomen por la ventana.
Acá el secreto es no apurarse. Para las recetas con provolone sólo hace falta un buen fuego medio, una sartén de hierro o una plancha bien caliente y ¡listo el queso!.
El provolone se cocina sin moverlo demasiado para que forme esa costrita dorada que es puro amor. Con un chorrito de aceite de oliva, una pizca de orégano y pimienta es pura magia.
Algunas ideas de recetas con provolone que podemos preparar son: pastel de espárragos a los cuatro quesos; unas pizzas de calabaza, una provoleta con rúcula y hasta una tarta de peras y queso.
Puros manjares en los que se puede disfrutar el toque del provolone en distintas opciones ¡para todos los gustos!
Las comidas con provolone tienen esa ventaja de ser rápidas y rendidoras. Una provoleta a la plancha, con un buen pan crujiente y alguna ensaladita fresca, y listo. Un plato que parece elaborado pero que se resuelve en minutos.
La estrella de los platos con provolone es la provoleta, claro. Pero también queda espectacular en sándwiches calientes, en gratinados para coronar verduras al horno (provolone + calabaza = match perfecto) o incluso en brochettes parrilleros, intercalado con verduras. ¿Se animan?
Lo ideal es combinar provolone con algo fresco o con un toque ácido, para equilibrar esa potencia de sabor. Un chimichurri casero, unos tomates asados, rúcula fresca o incluso un buen pesto le quedan de diez.
Y si hablamos de platos con provolone, ¡imaginen una provoleta coronando una hamburguesa casera!
Lo fundamental en las comidas con provolone es cuidar el punto de cocción: que se dore sin quemarse y que no se desparrame por la sartén como un queso rebelde. Una buena técnica es usar aros de metal o moldes de cocina para que el queso mantenga la forma mientras se derrite.
Si se preparan platos con provolone en el horno lo mejor es una fuente cerámica o de hierro fundido, que ayudan a que conserve el calor y quede bien gratinado.